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miércoles, 26 de octubre de 2011

Otoño sin sementera


Si alguien me preguntara alguna vez
que es lo que más me gusta del otoño,
me sería muy difícil de responder.

Me gustan las granadas y sus manchas,
Las castañas de las dos clases.
El bigotillo blanco de la montaña
El olor y sabor de matanza.

El humo de la lumbre
que casi todo lo apaña,
El sabor a calostros,
la leche de cabra.

Cuando tenía menos edad ,
y no vivía en la ciudad
perdía la misma vida
por las majoletas ,un canutero de caña
y la niña de mis ojos,  para disparar

También pierdo el sentido por
una miaja de frío.
Si es acompañado de viento
y gotas que se estampan contra el cristal
para que pedir más

Son esos momentos los que me llenan
de emoción a rebozar.

Siempre me imagino en la cama.
Acurrucado y calentito
escuchando el repicar sobre le cristal.
A eso de las seis de la mañana, me levanto
con la intención de correr.
Es duro lo sé. Pero grande la determinación

Así que me levanto
Corro la cortina,
observo cómo se estrellan las gotas en el cristal
y me digo con algo de frío:
“Este día está  muy mal”
Me doy la vuelta
y  me vuelvo a enroscar

¿Hay felicidad que se le pueda igualar?

Para mí van quedando pocas, la verdad
Por eso y mucho más
te doy la bienvenida, Otoño.
Te voy a disfrutar a tope
¡que lo sepas gañan!
cuando menos acordemos
tenemos la Navidad
Que es la culpable de que
el rollo ya no sea igual
¿verdad?